sábado, enero 14, 2006

Me canso


ME CANSO

A veces me canso, lo que no sé es como me descanso.
Me canso de las excusas repetidas hasta la saturación, pero dichas como si fuera algo novedoso.
Me canso de que mis allegados argumenten su salud (supuesto e indefinido mal estado de salud), como excusa incontrovertible e irrefutable, para tener mal humor, dormir, dejar de hacer cosas, llegar tarde... o dar pena.
Me canso de que lo público sea de todos y no sea de nadie, que nadie ponga su nombre y apellidos junto a la casilla RESPONSABILIDAD.
Nuestra vida es un cúmulo de estereotipos a los que respondemos automáticamente, de costumbres, de respuestas sabidas antes que se formulen.
Es curioso como casi todos observamos estas actitudes en los demás pero ajenas a nosotros, "fuera de nos".
Me siento frecuentemente en otra galaxia.
Sucede que en ocasiones mi cabeza (o lo que sea), se independiza de mi voluntad, incluso de mi conciencia y calladamente va elaborando ideas y reflexiones que de repente se instalan en mi conciencia y no tengo otro camino que valorarlas, bien para desecharlas o para asumirlas. (pensamiento psicótico, lo se)
Mi cabeza aprovecha mis estados de debilidad física para hacer de las suyas, cuando detecta que mis prioridades son las básicas por fuerza mayor, coge la gatera y me gana por la mano, esta semana ha sido así.
He tratado con el miedo, propio y ajeno. El miedo es uno pero tiene muchas caras o manifestaciones. Miedo a amar y fracasar, miedo a ser uno mismo, miedo a la palabra, miedo, miedo, miedo.
Él miedo nace en nosotros. Es una criatura que nace en nuestra mente como mecanismo de alerta ante lo desconocido.
Le damos alas, la olvidamos en la segura comodidad de lo cotidiano y se instala como dueña y señora de nuestras vidas.
Con el tiempo uno descubre que ES en cuanto es reconocido por los otros, nuestra propia imagen esta formada por lo que creemos ser y lo que los demás creen que somos y como se relacionan con nosotros. Entonces aparece el miedo, que se instala con la máscara de la rutina, de la costumbre, de lo "social" y se deja de hablar de verdad de lo que importa, de lo que se siente, de lo que se cree, a partir de aquí tienen cabida los medios reproches, los chantajes emocionales, todo lo que se "sobreentiende" ... y el miedo va creciendo.
Para mí, el miedo a la Palabra es el peor de los miedos, la Palabra es la llave de todo, es la traductora fiel de nuestros sentimientos, materializa nuestros pensamientos, nos comunica en red con nuestros congéneres, la Palabra es el Hombre. ¿Por que no vencer ese miedo, esa antropófaga criatura?.
La comunicación es un curioso fenómeno, no basta con que el emisor emita, todo requiere unos mínimos.

El receptor debe tener disposición, ambos deben utilizar el mismo lenguaje y el mensaje debe tener sentido. Elemental y archisabida teoría, sin embargo, emitimos prescindiendo del emisor, del lenguaje, incluso del mensaje.
Formulamos un mensaje pero esperamos y deseamos que se entienda otro y además que se entienda con nitidez, lógicamente en muy pocas ocasiones se produce este entendimiento y nos frustramos, culpamos al otro y vamos acumulando.
¿He dicho en algún momento que me canso?. Pues ... me canso y no se como me descanso.
Besos con Palabra de Honor.

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