Subo y bajo incansablemente las montañas que encuentro en mi camino; las subo y las bajo sola, mi amante es un viento tramontano, que unas veces me envuelve, me acaricia y me mece y otras me golpea, azota y lacera con miles de dardos. Quizá un día acaben las montañas que salpican mi camino, quizá un sendero me conduzca a descender hasta una playa donde cambie de amante, donde trueque y el implacable viento por la dulce brisa de ultramar |
lunes, septiembre 18, 2006
QUIZÁ
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