martes, octubre 07, 2008

OLORES Y MANIAS




Existen situaciones inevitables, son aquellas que responden a nuestra naturaleza animal, llegan a nosotros a traves de los sentidos, proporcionan en la misma medida pulsiones opuestas dependiendo del estimulo, de la experiencia y del gusto personal (placer-dolor,agrado-desagrado...), son los Sentidos Corporales, la puerta de entrada del conocimiento, el mismo acceso para el deleite que para el dolor.
Ante algunas sensaciones no cabe otra salida que huir, una de ellas es el Olor. Los aromas se asocian espontaneamente a las experiencias.
Desde el final de mi infancia el incienso me produce nauseas y a la vez, lo identifico como purificador. Está unido en mi memoria a los primeros entierros a los que asistí, de madres de compañeras de colegio de las que no recuerdo el nombre, solo el poso de tristeza.
En el universo de las fragancias también existen los "lugares comunes" ¿a quien no le agrada el olor a bebé? ¿quién no lo asocia a limpieza y ternura?, pero el código aromático es muy personal.
Algunas personas se asocian voluntariamente a un perfume como una de sus señas de identidad, otras parece que quisieran camuflarse totalmente en una nube de olor que deja rastro pertinaz.
Hay sitios que me condicionan por sus emanaciones, como las herboristerias, solo entro en una de ellas cuando no hay nadie, deberia agradarme, pero mi nariz y mi labio se contraen involuntariamente, si estoy mucho rato me invade malestar de estomago. Salgo pensando que no podría trabajar en un sitio así.
Mi problema de olor parece ser que radica, en parte, en la intensidad/cantidad, que percibo.
En ocasiones no se puede huir, es el caso del ascensor, en más de uno me he mareado bien a causa del intenso olor a sudor, o de los litros de perfume empalagoso o de la combinación de ambos elementos con que los compañeros de trayecto te obsequian.
¿Y cuando entras solo en el ascensor y el ocupante anterior te ha obsequiado con un pedo que permanece reconcentrado en la exigua caja? ¿o cuando alguién ha bajado una basura nauseabunda y pegajosa?. ¿y porque nos damos cuenta nada mas cerrarse la puerta, cuando ya es inevitable?
El abuso de perfumes es de tan mala educación como la escasez de higiene, es una falta de respeto a las narices de los demás, reconozco que tengo una pre-indisposición ante las personas que se encuentran en estos extremos.
Detecto que están de moda los perfumes reconcentrados y empalagosos, seguramente con base almizclada que deja estela pegajosa, persistente y a mi gusto nauseabunda.
Es desgradable dar la mano a alguien o un beso y quedar impregnado de su colonia.
Los afeites arómaticos deben fundirse con nuestra piel, con nuestra esencia natural, deben formar parte de nosotros y ser tan unicos como cada uno.
Con facilidad se deduce que me perfumo poco, cuando tengo previsto salir lo hago un rato antes, para que la colonia se "asiente" y rebaje impacto, afortunadamente todas pierden. Es una intromisión y un atrevimiento regalar perfumes, yo nunca lo hago a no ser que me indiquen cual.
Otros aromas evocan sensaciones placenteras, a mi comunidad han llegado unos nuevos vecinos a los que les encanta cocinar con salsa de almendras, al final de la tarde asciende por la escalera el olor a almendra tostada, a otoño y a hogar acogedor. Nada que ver con los anteriores vecinos, que tenian huerto y solo cultivaban coles. ¿predispone o no el olor en las relaciones?
Besines olfativos


















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