Ese era su Sino, lo aceptaba, uno de sus matices de relación-percepción.
En ocasiones le asaltaban esos conocimientos, ese determinismo, que de repente, se imponía como una certeza (¿corteza?) esencial de la que no se podía desprender.
No se planteaba si esto le gustaba o no, ¿para que si no podía hacer nada?.
Estas certezas singulares a veces le pesaban con resignación, muchas más las aceptaba.
Esta vez el matiz era la sensación de Oráculo. Era una sensación incomoda sin ser pesada o desagradable.
Esto sólo le ocurría cuando conocía, comprendía y amaba a esa persona concreta. Tras este proceso se producía en su ser una empatía (¿emocional? ¿racional? ¿una mezcla?)
Desconocía la nomenclatura precisa, incluso el proceso real.
Llegaba a ser una especie de Oráculo cuando inconscientemente podía señalar en la otra persona sus resistencias a crecer, para trabajarlas o ignorarlas, respetando cualquier elección y queriéndola.
La sensación de Oráculo iba acompañada en ocasiones de la sensación “barandilla”. Esto solía marcar una nueva etapa en la relación, a veces se desvanecía para siempre la relación Oráculo y otras se repetía con otras formas, dependía del interlocutor.
Iba a salir a la calle compraría un billete de la ONCE y sellaría la primitiva (jueves y sábado)
viernes, marzo 03, 2006
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1 comentario:
Te diré que en mi época manicomial, conocí a alguien que escribia así, responde a las iniciales L.H.A. Con eso ya te lo he dicho todo querida. Si además de escribir, intentas comunicarte, nos enteraremos los demás.
A pesar de todo, ya sabes que el cariño no es racional.
airbeg
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