viernes, marzo 31, 2006

La Fiera

Hace una semana del cataclismo.
El viernes pasado mi Dra. Jeckyll salió a pasear.
Le gustó el ambiente y se enseñoreó
Se fue instalando eficaz y subrepticiamente, colándose por las rendijas del muro de mi YO, por las fisuras de mi dominio, de mi voluntad, de mi misma en mi versión consciente.
No volverá a suceder, también soy esa, no reniego, pero no quiero serlo.
Dicen mis amigas que hasta la voz me cambia, se vuelve oscura y cavernosa, como en las pelis de aparecidos (“la niña del exorcista”, me llaman).
Fui cruel, procaz, perversa, hiriente e insidiosa, me culpabilicé y culpabilicé a otros. Hice y fuí todo aquello que más detesto...y lo olvidé.
Emergió mi lado oscuro
Al día siguiente tenía un hondo dolor de Alma, un sentimiento de culpa y pena lastimera por mi persona que mi razón no lograba identificar.
Poco a poco, en los dos días posteriores al cataclismo, las queridísimas personas que soportaron mi mutación, desgranaron suavemente mi comportamiento, mis gestos, mis palabras, mi actitud, mi penoso interior revelado.
El estupor se fue añadiendo a mi malestar y mi sentido de culpa
Yo sabía que la Fiera existía, la había percibido someramente en el pasado, hice como que no existía y ella aprovechó ese impasse para disfrazarse de espejismo.
Amparada en mi ignorancia, la Fiera se fue alimentando de las pequeñeces, de las insatisfacciones, de lo no verbal, de las emociones ineducadas.
Creció de tal manera que saliendo por mi boca me engulló y casi se queda suplantándome.
No fue hasta el miércoles que se instaló la Vergüenza en mi estomago, la compensé comiendo chuches. El azúcar fija mucho.
Una vez recuperada como un híbrido de Hyde, pedí perdón sincera y sentidamente, como acto de expiación y necesidad personal.
Parece ser que necesitaba esta catarsis, sí pienso, creo que la provoqué.
Inicié un juego peligroso cuando propuse (y las obligué casi), a jugar a ser una emoción.
Elegí la ira, me lo hizo ver Teresa, (también lo había borrado), ella afortunadamente no presenció mi derrumbe.
He aprendido que el alcohol no fue el culpable, que me percibí hipomaníaca desde el principio del día.
Estuve toda la mañana sintiendo que cocinaba con Amor, Puse todo mi Amor en las empanadas, cuando pinché la masa para hornearla escribí con el palillo “ Os Quiero Chonis”. y pensé nos lo comeremos como si fuera una comida iniciática.
Pasó, que en casa de Pilarín se bebe de calidad y las hedonistas no controlamos cuando nos sueltan el paladar.

Bebí degustando compulsivamente la bebida y mi sentimiento.
Disociando el placer del paladeo y el placer de dar rienda suelta a la compulsión, en este punto, sabiéndome querida y acunada, me abandoné a las únicas manos que saben acariciarme sin juzgarme, sin asimilarme, sin nada mas que un cariño leal, de especie, de iguales.

Ellas tienen la mirada adecuada para contemplar el esperpento y la grandeza de cada una de nosotras, para hacernos esa compañia eterea que necesitamos, esa presencia rica y necesaria, simbiosis de honestidad y afectividad
Abusé de su Amor.
Siempre abusamos del Amor (todos), por eso se llama Amor
Quién tiene un amigo tiene un Tesoro, dice el refranero popular.

Podéis llamarme Alí, Alí ... Babá, por supuesto.
Besos hiper-multi-mega millonarios.




1 comentario:

Begoña dijo...

estaba pensando, que tal vez me gustaría más ser Alí Babá que un miserable ladrón de entre cuarenta.
Pero al fin y al cabo, soy actriz y siempre me quedo con el papel que me toca, me satisfaga mas o menos. Los papeles, ya se sabe, los reparte el director o la directora y a veces, los reparte la vida, y cuando los reparte el amor el rol ha de ser perfecto. Entonces una ha de decirse: Mujer, si no estuvieras tu, quedaría muy chusco: "Alibabá y los treinta y nueve ladrones" pues como que no, no pega, no queda al oido, tampoco al alma.
Por eso, yo contenta con ser el cuarenta, pa redondear esta función y pa servirla a usted señorita.