Voy dando tumbos. Me he permitido toda una mañana de solitaria autocompasión, de toma de conciencia de mi realidad real, realísima, de la inanidad de mi ser. No diré en que ha consistido mi machacante y masoquista regocijo, hay cosas que no se pueden nombrar fuera de una misma, los demás pueden jugar a adivinarlo, intuir sin lograr una certeza, diré que he llorado toda la mañana, sin dolor, sin acritud, sin ira. Ha sido un llanto de reconocimiento, de aceptación, de dolor sin aspavientos, ya he dicho, de inanidad. Desnuda frente al espejo unos ojos me han mirado desde muy lejos y desde mi interior a un tiempo, no he querido reparar en la imagen, la conozco sin mirarla, me habla sin palabras, me canso de apurarle y demorarle el tiempo de mi contradicción. Pregunta: ¿dónde estoy? Respuesta: Donde me pongo Pregunta: ¿quién soy? Respuesta: Quién quiero ser, buena gente (me esmero en ello) Parece una tontada, pero no lo es, he tenido un bajón de rebeldía contra mi situación en varios frentes, no me siento cómoda, el terreno que ando no depende de mi. Al final del llanto me ha asaltado una idea, las paradojas me persiguen y me alcanzan, yo que me creo singular, recibo una lección de humildad que me hace tomar tierra, singular sí, pero en toda su polisemia. No estoy pa besos hoy. |
viernes, julio 28, 2006
TUMBOS
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