domingo, agosto 06, 2006

Pequeñas cosas

Creo que estoy a la moda, una moda minimalista "ad hoc". Los pequeños detalles me hacen pararme y mirar.
PRIMERA LECCION Hoy he aprendido que el exceso de sinceridad no es nada bueno, es necesario administrarla con cautela.
SEGUNDA LECCIÓN Cuando un amigo cuenta sus penas a otro, espera una actitud de escucha pasiva, el amigo-oyente desempeña el papel de pizarra en la que el sujeto plantea el problema, toma contacto con él, vienen a su mente cosas relacionadas (daños colaterales).
En definitiva, al verbalizarlo, enfrenta el problema y toma conciencia de que debe ser él quién lo resuelva. Si el amigo oyente no tiene actitud de escucha adecuada, como ha sido mi caso, la comunicación puede peligrar.
Tengo un terrible defecto, cuando creo que algo es sencillo o veo una forma de hacerlo, ¡¡¡Plaff!!! “tal como concibo, paro”, me mueve un impulso de impaciencia y afán de resolver con prontitud, ese temor inespecífico de que no se acumulen los problemas y se cronifiquen.
Juro por mi honor, (que es lo único que tengo mío de verdad) que me morderé la lengua 7 veces, hasta sangrar, si vuelvo a decirle a un amigo cuando me cuente sus penas lo que hubiera dicho u hecho yo en su lugar. Su lugar es el suyo.
Hasta hace unos años, cada vez que enfermaba y me subía un poco la temperatura, tenía una pesadilla muy agobiante, siempre era la misma, de más mayor tuve otra nueva pero la antigua no desapareció, se alternaban.
La pesadilla era de lo más tonto, aparecía ante mi una cucharilla y una botella de jarabe de cristal marrón, de aquellas que eran planas con unas líneas verticales en relieve del mismo cristal. No llevaba etiqueta, pero yo identificaba su ligero sabor a plátano dulzón y pegajoso.
La botella se iba inclinando sola, ingrávida, con determinación propia y con una lentitud exasperante, entonces en la boca de la botella asomaba una pesada gota que iba creciendo muy lentamente de tamaño hasta que salía al aire y bajaba despacio con destino a la cucharilla.

La gota parecía mucho más grande que la cucharilla de postre y yo pensaba que si alcanzaba a llegar se derramaría el jarabe, por el impacto y por ser mayor la gota que el recipiente, pero cuando la gota llegaba a la cuchara, se deslizaba suave y lentamente y la cuchara crecía ,crecía y cabía más. La botella seguía liberando lentamente gotas de jarabe.
En ocasiones mi pesadilla duraba una botella de jarabe entera, vaciada gota a gota, alguna otra vez sucedía lo peor, cuando la botella estaba acabándose ¡pam! Crecía y parecía una historia eterna e infinita.
TERCERA LECCIÓN Cada individuo se asemeja a un recipiente en el que cabe todo lo que uno es capaz de soportar. Cuando amamos a alguien es necesario respetar la medida de su recipiente y su forma de administrarlo, cada uno sabe cuando su cuchara deja de crecer y rebosan sus contenidos. Acompañar en el camino individual es amar.
(aborrezco el sabor del plátano)

Besos del alma a mis amigos que me enseñan a comprender la vida y a ser mejor

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