No entiendo algunas violencias, excesivas , prepotentes, proyectadas. Vivo abocada a extemporéas explosiones de odio, ira y violencia (verbal todo) dirigidas a mi hija la mayor. No puedo ser imparcial, estoy harta de decir en todos los idiomas que conozco que la razón no la da el volumen empleado al hablar, que ser enérgicos no es destilar asco y odio, que estar preocupado y querer no es vigilar como un secreta de formación estalinista y montar grandilocuentes tragedias shakesperianas No admito la furia desatada donde no se ha sabido imponer el respeto y la autoridad con los propios hechos, con la enseñanza de la propia vida. Odiar intensamente los actos que nos parecen deleznables en los otros, sin controlar si nuestras reacciones son adecuadas o desmedidas a los hechos, me parece ignominioso. ¿Quién pretende respeto con el “Haz lo que digo pero no lo que hago”? Me canso de ejercer mi activismo pedagógico, sobre todo con los adultos cronológicos, paso algún bajón, pero como soy una utópica siempre vuelvo al ejercicio. Que sencillo es culpar de todo a los demás y que pobreza la del que siempre es ajeno a la responsabilidad de sus actos, que lindo es ampararse en las emociones y en los sentimientos para justificar cualquier acción; es tan políticamente correcto “encontrarnos, valorarnos, querernos, definirnos.....” y una gran sarta de imbecilidades New Age que me dan unas ganas de ser retro (hasta en el término) que me muero. Me repito que queda poco, me agobia pensar que tipo de responsabilidad sobre él me ha asignado, no estoy dispuesta a asumir cualquier cosa, ya no Que pena me da por él que haya hecho aflorar mi sentido practico de la vida Mis besos son amorosos. Besos mil
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