Cada vida es un libro encuadernado en piel.
Creo que mi madre no ha leido un libro entero en sus sesenta y nueve años de vida, sin embargo, mantiene con ellos una relación bivalente, los considera valiosos pero incompatibles con su caracter.
De mi infancia recuerdo, alojados en distintas estanterías, según cambiabamos de piso y mi madre iba renovando el mobiliario, unos tomos de mediano tamaño, de finas páginas con el filo de oro, tenian olor de libro sabio, encuadernados en piel marrón con los titulos tipografiados en oro en la tapa y en el lomo, Guy de Maupassant, Cervantes, Galdós ...Gironella, Buero Vallejo...
¡Son tantos los libros de mi vida!
De niña, niña, una y otra vez miraba/ releia los Tres Cerditos o mi colección de Topo Giggio, con diez u once años contraje una hepatitis A y mi madre me trajo poco a poco la producción completa de Enyd Blyton,.
Los martes dentista, en la plaza, a la salida, visita obligada a la libreria Martinez a por un tomo de Editorial Bruguera edición clásicos juveniles, a los quince por amor a un joven comunista me lei el Capital, Hengel y Marx, por amor a un filosofo lei a Nietzsche, por esnobismo lei a Grass y Proust, a Machado, a Chesterton, a Baudelaire, a Witthman, a Bocaccccio y a Maquiavelo.
Dune, de Frank Herbert, modificó mi estructura mental, Descartes el Maestro, por curiosidad husmeé en los clásicos, en la novela negra y otros.
La Literatura me ha enseñado que el hombre es igual en todos los tiempos, las mismas pasiones, idénticas emociones/motivaciones, errores y aciertos similares
Casi todas mis lecturas son edición bolsillo (alguna Geltex con sobrecubierta). Como yo.
Me acerco al medio siglo y cada día aprendo, sólo que ahora me duelo de los tiempos que se acortan, de las deudas que se pagan sin moneda.
Con frecuencia me distancio mentalmente del entorno, mi cuerpo permanece correcto, cortés, atento pero distante, entonces, un gusanillo diminuto se escapa de mi oreja derecha, puede que sea uno de los gusanos de seda que cultivé en mi infancia, transmutado geneticamente y con alguna suerte de enanismo.
Pienso que debe ser un gusano de seda, porque se desplaza sobre mi cabeza portando un fino hilo que adhiere a mi oreja izquierda, este filamento actúa a modo de radar/registrador de lo no verbal, de lo gestual, de lo imprevisto, del tono de voz.
Aunque estoy acostumbrada, la disociación me turba.
Todas las vidas se escriben en piel.
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