Desde el principio de la humanidad, el huevo ha sido sinónimo de fertilidad, esperanza y renacimiento.
La mitología egipcia relata que el Ave Fénix se quemó en su nido y volvió a renacer más tarde a partir del huevo que lo había creado en un principio, también los hindúes sostenían que el mundo había nacido de un huevo.
Regalar huevos decorados es una costumbre que se originó en Europa y Medio Oriente antes del cristianismo. En el antiguo Egipto y en Persia los amigos intercambiaban huevos decorados al inicio de la Primavera, como símbolo del renacer de la naturaleza.
Las mujeres embarazadas romanas cargaban con un huevo porque se creía que con él podrían conocer el sexo del niño al nacer.
Las mujeres embarazadas romanas cargaban con un huevo porque se creía que con él podrían conocer el sexo del niño al nacer.
Una vez más, el cristianismo fagocitador se apoderó del simbolo, así, el huevo pasó a ser el signo de la resurección de Cristo, ya en la Edad Media se universalizó el uso de los huevos de pascua en este sentido.
En algunos países europeos, los huevos se decoran el Jueves Santo y se rompen el Domingo. La cáscara representa la tumba en la que Jesús estuvo sepultado, y es por eso que el huevo se quiebra el domingo de Pascua, pues Cristo resucitó y salió de su sepulcro.
También existe un juego donde se hacen rodar los huevos por el pasto tratando de no romperlos y está relacionado con rodar la piedra que cubría la tumba de Jesucristo, este divertimento se realiza tradicionalmente en los jardines de la Casa Blanca los lunes de Pascua.
En el norte de Europa, se esconden los huevos decorados en el campo para que los niños los encuentren.
Durante la Edad Media los huevos estaban incluidos en el ayuno, pero las gallinas no paraban su puesta en fechas tan señaladas, así que, los campasesinos idearon un metodo para conservar el preciado alimento, recubrian los huevos con una fina capa de cera, que posteriormente se llegó a colorear y decorar.
En el Siglo XIX los huevos sufrieron una devaluación como alimento preciado, se había superado la economía de subsistencia, pero la costumbre se adaptó a los nuevos tiempos y nacieron los huevos de chocolate.
Como España es diferente e inigualable, hemos sumado los huevos, conejos y demás figuras de chocolate a la mona de Pascua, que era catalana y ya es española, pues eso, que nosotros siempre más: chocolate y mona.
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