Soñaba que era una nueva Sherezade, prisionera de un Sultán enigmático.
En su sueño, estaba destinada a hechizar, con su voz, con sus palabras, con la entonación, con sus historias interminables, para obtener la libertad, y ...quizá elegir quedarse.
Había entrado voluntariamente a formar parte de aquel Harén. Parecía una situación interesante.
Al poco tiempo, descubrió, que el Sultán, era un avezado encantador de serpientes y es sabido que las serpientes son sordas.
Eran esas sabias estrategias de Encantador las que hacían tan atractivo su enigma, encantar y amansar serpientes es una rara técnica en desuso.
El impertinente despertador, anuncia las 6,30 AM.
Sherezade y el Sultán quedan flotando en la nebulosa de la habitación en penumbra.
¡Mierda!, no soy Sherezade, no hay Sultán, ni serpientes. Estoy casada, tengo hijos y soy occidental.
domingo, octubre 23, 2005
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