Piel y Moras

Estoy entrando de nuevo en mi piel, he tenido el alma disociada, la vieja fómula:

ACIDO+BASE = SAL+AGUA.

Cuando me manejo entre efluvios de amoniaco y refrotes de bayeta, la cosa está en marcha.

La sensación de recuperar mi piel y mi esencia, es suave e intensa, sin prisa, sin tiempo. Lentamente, lo aprendido en este laguisimo paréntesis (víspera de otro, con toda seguridad), se incorpora a mis células a traves de la dermis.

El interés por hacer cosas ha vuelto a germinar, porque no sólo aparecen brotes en primavera, el otoño es rico en frutos crecidos al calor del verano.

La deriva ha desaparecido, quizá esté oculta, acechando la debilidad, no importa, no temo.

Transitar una vida es como coger moras.

Te detienes ante la zarza, al primer vistazo cuesta ver los frutos deseados, te lanzas a por ellos aunque sean pequeños.

Poco a poco la vista se centra en el zarzal y se aprecian hermosos frutos, gordos y brillantes.

La avaricia y el deseo de lo bello, de lo mejor, nos impulsan a cogerlos. No reparamos en las espinas hasta estar atrapados en ellas.

Estirados y de puntillas, con medio cuerpo dentro del zarzal, intentamos atrapar esa mora hermosa, la tocamos con la punta de los dedos y se desprende con facilidad, pero cae al suelo y nos encontramos atrapados por las espinas, un poco más allá hay otra igual de hermosa ¿la cojo?Es hora de abandonar la recolección, ya tengo moras suficientes para mi mermelada,tambien

es necesario dejar semillas para que las especies no se extingan.

Dejo las moras en la cocina y voy a la ducha.

El agua, que siempre procede de arriba, alerta mi dermis, es aqui donde el escozor de los arañazos asimila la experiencia.

La consecución de un deseo acarrea inconvenientes, decido cuantos arañazos quiero tener.

Me siento feliz de dar a mi hija la oportunidad de hacerse, de SER

Besos del presente y con futuro