jueves, septiembre 04, 2008

MOMENTO

Salgo del portal y el aire fesco me da en la cara, es la hora más placentera de mis jornadas festivas.
Elvis impaciente por llegar al Conservatorio, que es donde lo libero de la correa, olisquea con recelo el perimetro del Pipi-Can, jamás entra, si los perros fueran expresivos, su cara sería una mezcla de miedo y asco.
Cuando está claro el camino que tomamos, mi perro me ofrece un recital de danzas que celebran la sensación de libertad, sus saltos, sus idas y venidas, sus miradas de localización si se aleja, me regala una sensación de felicidad no comparable a ninguna otra.
Estos paseos y él, me ayudan a recolocar las ideas y los sentimientos.
El sol amarillo yema de julio ha rebajado su intensidad dos o tres tonalidades en la escala cromática, la luz ambiente adquiere matices de color más frios, el campo ya está segado y las zarzas plagadas de moras, el otoño nos anuncia una nueva etapa.
Las cosas van a cambiar, en una semana empieza el cole, el dia 10 la peque su ultimo curso de bachiller, despues iremos a Pau a acompañar a mi Robbina.
Ellas son mi unico Tesoro (sin olvidar el mandamiento oficial de amor materno más genuino: "Cuidar, querer y educar para bien abandonar").
Es muy dificil ser cualquier cosa 24 horas al día y 365 dias al año, así que ejecer de madre bajo este régimen laboral, año tras año desde hace casi 21, es una carrera de resistencia y amor en proporciones similares.
Aprendo de la Naturaleza a observar los cambios en pequeños detalles, imperceptibles para sentidos no entrenados, detectar el cambio de olor del aire es como ver a mi Robbina estudiando o sin salir un sábado, o a mi peque saliendo a todas horas y planchandose el pelo sin interrumpción. Los ciclos se suceden progresivamente.
Estoy contenta del rumbo que esta tomando nuestra carreta y es el momento adecuado para tomar las riendas y manejarse entre la flexibilidad y la firmeza.
Nos sentamos las tres juntas en el pretil del carromato.
Besos de inicio

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